miércoles, 11 de mayo de 2011

Sobre Ferias y Verbos

El recorrido de hoy fue bajo tierra y el día bastante depresivo de modo que les cuento sobre otra cosa:

En la calle Defensa los domingos aparecen puestos de vendedores ambulantes. Originariamente fueron de cosas raras o antigüedades, luego se sumaron las artesanías, y, hoy en día, de todo como en botica. O como en feria, que es lo que es. Empezó en la zona de plaza Dorrego, en Defensa y Humberto 1° (una de esas calles que la gente pronuncia bien por tradición, como Jean Jaures) y hoy en día se extiende desde Parque Lezama hasta la Plaza de Mayo.
Los vendedores de calle Defensa tienen una infraestructura notable. No solo tienen puestos bien armaditos y con techitos, sino que además los montan en la madrugada del domingo y para las nueve de la noche están todos desmontados y las calles limpias, listas para volver a recibir la circulación rodada de la semana. Un ejemplo de las cosas bien hechas, a mi entender. Sobre esta feria me extenderé en otras oportunidades.

Muy distinta es la realidad de la calle Florida, en los bordes de la zona de influencia de este espacio virtual, en la que la feria es diaria pero los puestos son mantas sobre el suelo y la mercadería es de otro tipo más tendiente a la importación semilegal, al truchaje de marcas y a algo de artesanía colada por ahí.

Pero tanto en Florida como en Defensa, la gente a los vendedores les pregunta "cuánto sale" un determinado producto, y los vendedores les responden "sale tantos pesos". Y uno se pregunta, si es crítico y cuestionador, de dónde viene esa costumbre de preguntar el precio de las cosas usando el verbo "salir", que nada tiene que ver con el precio de las cosas.
Si decimos que un objeto "vale" tantos pesos, le damos una connotación positiva, de justicia. Me lo cobran veinte porque vale veinte.
Si decimos que un objeto "cuesta" tantos pesos, le damos una connotación de sacrificio a la transacción. Me lo cobran 20 pesos, y me cuesta veinte pesos, tantas horas de trabajo, obtener este objeto que necesito.
En cambio cuando decimos que algo "sale" tantos pesos, no tiene connotación emotiva alguna, precisamente porque salir es un verbo que nada tiene que ver con el comercio ni con el dinero. Pero si no tiene nada que ver, entonces, ¿Por qué, mi dios, por qué? ¿Para completar las tres conjugaciones, costar, valer, salir?

Acá viene la respuesta: En un canal de televisión están pasando un goriláceo informe titulado "así se vive en la Venezuela de Chávez", en el cual una notera muy aporteñada le pregunta a los vendedores ambulantes de las ferias caraquenses (o caraquecas) "¿Por qué tienen tantos cordones? ¿Cómo viene el pollo? ¿Y está bueno?", sin ninguna consideración por el hecho de que no le entienden ni la mitad de lo que pregunta.
Pero sí le entienden el "¿Cuánto sale?". Y le contestan "Los cordones salen a 2000 los cortos y a 3000 los largos", "La de carne sale a 3500 y la mixta a 3000", etc.
Nótese la preposición "a" que viene a resolver todo. Ellos se preguntan "a cuánto sale" un determinado elemento y se contestan que dicho elemento "sale a tanto dinero". Es decir, se preguntan cuántos dinero hay que poner para que el objeto salga del patrimonio del vendedor e ingrese en el del comprador. Así como la milanesa sale con fritas, los cordones salen a 3000 bolívares.

No, nada, quería comentar eso porque me pareció un descubrimiento  interesante y un poco largo para mandarlo al "miravos" de Podetti, de modo que si alguien quiere robarlo agradeceré que citen la fuente. Y si quieren saber cómo fue el recorrido, les cuento que, de ida, parado, pero de vuelta, sentado y leyendo a Bolaño.
Bueno, eso, hasta mañana.

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